Son 10 vidas, 10 historias que, aunque distintas, tenían en común que buscaban un destino donde pudieran conseguir protección y una oportunidad para recomenzar.
La falta de documentos, en la mayoría de los casos, los empujó a aventurarse por la llamada «ruta de la muerte». Un peligroso paso entre Colombia y Panamá a través de la selva del Darién, territorio inhóspito, lleno de inmensos y caudalosos ríos que tienen repentinas crecidas, múltiples animales salvajes y venenosos, montañas empinadas, precipicios inesperados, terrenos inestables y pantanosos, lluvias persistentes y presencia de grupos criminales vinculados a poderosos carteles de drogas.
El Tapón del Darién, como también le han llamado durante años, se ha tragado la vida de un número indeterminado de personas. No hay registros oficiales, tampoco cuerpos recuperados.
Los casos que llegan a conocerse es porque otros caminantes han tomado fotografías y videos de cuerpos o personas enfermas que no pueden seguir caminando y quedan abandonadas en la ruta, con un desenlace final del que ya no podrán escapar.
También se conoce de los hechos porque otros migrantes han dado testimonio de cómo hubo personas devoradas por animales, picadas por culebras, que cayeron por una ladera a una zona de la que nadie les podía sacar, arrastrados por los ríos, asesinados por hombres armados o porque sus órganos vitales, como corazón o riñones, colapsan con un infarto.
Al entrar al Darién, un paso irregular de más de 500 kilómetros entre Colombia y Panamá, nadie sabe si continuará con vida en las próximas horas. Cualquier tragedia puede ocurrir en medio de la hostil y húmeda selva.
Cubanos, haitianos y venezolanos son los que en su mayoría toman esta ruta. Todos tienen en común que salieron huyendo de su tierra y que, por fallas de sus gobiernos y restricciones migratorias en múltiples destinos, no cuentan con suficiente documentación para subirse a un avión y movilizarse de manera tradicional en un cómodo avión que les lleve de forma segura y en pocas horas a su lugar elegido.
Todos tienen condiciones económicas complejas. El hambre, la pobreza y el autoritarismo lo han conocido bien en sus países. Coinciden en tener tres poderosos deseos que les llevan a asumir el riesgo de transitar la selva: trabajo, protección y libertad.
Ninguno espera que al llegar le regalen nada, sólo quieren trabajar duro para sobrevivir, progresar y ayudar a sus familias a escapar de los infiernos que se viven en sus naciones,
De los pocos registros que se conocen, este año la selva se ha tragado a 10 venezolanos. La cifra no es oficial y ha sido levantada por la prensa haciendo seguimiento a los casos reportados por usuarios en redes sociales y que han podido ser corroborados con familiares de las víctimas.
Los más recientes, como el de una madre venezolana que murió ahogada tratando de salvar a su hija de tres años que fue arrastrada por una repentina crecida de un río, han causado conmoción y han hecho que se visibilice la grave situación de los migrantes.
Estas tragedias también han permitido que se dimensione lo grande es la desinformación sobre lo que ocurre en la zona. La falta de registros fiables, la prácticamente nula respuesta oficial a las familias que desesperadas terminan recurriendo a las redes sociales para tratar de conseguir un dato, una pista, algún indicio que les que permita saber dónde y en qué condiciones se encuentran sus familiares que decidieron tomar la dura travesía y la inexistencia de canales de comunicación para solicitar información, han profundizado las desgracias.
Desde este medio hemos tratado de obtener respuesta de múltiples fuentes oficiales sobre desaparecidos, fallecidos y/o enfermos, así como los protocolos y vías de atención para familiares de migrantes reportados como fallecidos, pero nunca han ofrecido información precisa ni oportuna.
Familiares de víctimas han confesado a EnFrontera.com que el contacto de las autoridades llega tarde y porque ellos, en medio de sus tragedias. realizan llamada tras llamada en intentos desesperados de que alguien se apiade de su dolor y les indiquen claramente cómo hacer algunas gestiones para repatriación de cuerpos o conseguir detalles sobre las condiciones del deceso.
Igual sucede cuando se busca a algún migrante reportado como desaparecido. La falta de una denuncia oficial, que las familias no pueden hacer porque están en otros países, impide la respuesta, Las instituciones de salud tampoco responden si una persona ha sido internada.
Sólo a través de algunos voluntarios de organizaciones de ayuda humanitaria que operan en la zona, se logra el milagro de conseguir detalles. La gestión debe ser hecha directamente por la familia y el enlace con el trabajador humanitario lo consiguen por otros que están en los campamentos y gestionan el enlace.
Oficialmente, los únicos datos que se conocen con mayor precisión y que ayudan a comprender la complejidad del problema de la ruta irregular por la selva del Darién, han sido los difundidos sobre la cantidad de migrantes que se arriesgan por la ruta: más de 48.000 en lo que va de 2022, y los ofrecidos por organismos internacionales especializados en refugiados y migrantes, los cuales revelan que 81% de quienes cruzan la selva han padecido alguna lesión o enfermedad en medio del trayecto.
La mayoría presenta lesiones en los pies, que pueden ir desde heridas y sangrados, hasta fracturas de tobillo. Las condiciones atmosféricas que haya en la zona son clave para el tipo de lesiones que terminan teniendo los migrantes. Mientras más lluvia, más empantanado el camino y mayor esfuerzo debe hacerse para dar cada paso, muchos, incluso, terminan ayudándose con palos o cuerdas guías para apoyarse en medio de terrenos inestables.
En 2021, al menos 134.000 personas pasaron por esa ruta, de las que 51 fallecieron, de acuerdo con las cifras de las autoridades panameñas.
De acuerdo con la lista de venezolanos fallecidos de este año, la principal razón de muerte es por infartos, luego por inmersión.
- Marine Carolina Castellanos Suárez, una zuliana de 26 años que fue arrastrada por un río
- Andreína Chiquinquirá Acosta, también del estado Zulia y fallecida por un infarto
- Merimar Paola Gómez, de Caracas, también murió de un infarto
- Giovanni Prado, de Caracas, falleció de un infarto.
- William Monterola Albornoz, de Nueva Esparta, de igual forma murió de un infarto.
- Anyelo Montilla, de Trujillo, falla renal
- Freddy Lira Martínez, de Carabobo, aún la causa no ha sido esclarecida.
- Víctor Javier Rincón Ruiz, de Mérida, falleció ahogado.
- Luz Asleidys Steile Arguelles, de Falcón, 36 años, ahogada.
- Lusied Antonella Chirinos Steile, de Panamá. 3 años, ahogada.
Urge ruta humanitaria
La selva del Darién ya era un camino transitado por haitianos y cubanos, así como algunos pocos africanos y asiáticos, quienes exponían su vida para poder tratar de llegar a Estados Unidos.
De estas dos nacionalidades también se han registrado muertos y miles de heridos, situación que había tenido poca difusión. Sólo a inicio de 2020 fue cuando comenzó a tener resonancia la selva del Darién cuando se registró una crisis migratoria en Necoclí al quedar varados miles de haitianos por las restricciones impuestas a causa de la pandemia COVID-19.
En ese momento sólo se reportaban 1.000 migrantes varados en una población de unos 40.000 habitantes, pero hubo una explosión migratoria que para julio y agosto, a pesar de las restricciones de COVID-19, llegó a 15.000 personas durmiendo en las playas de Necoclí.
#ATENCIÓN
— Luis Guillermo Pérez (@LuisGPerezCasas) July 27, 2021
¿Ya vieron lo que sucede hoy en Necoclí (Colombia)?
Gran crisis migratoria en Urabá. Más de 8.000 migrantes haitianos y asiáticos están represados, sufriendo y pidiendo ayuda. Son víctimas del tráfico de migrantes.
El estado no aparece y allí manda el clan del golfo. pic.twitter.com/j7p7cFvya7
Esta situación obligó a las autoridades de Panamá y Colombia a buscar alternativas para permitir y facilitar el paso de los migrantes.
Tras esa crisis, el tránsito aumentó por la selva del Darién debido a que los venezolanos se comenzaron a sumar.
En la ruta no hay atención médica ni puestos de auxilios humanitarios. Los migrantes irregulares atraviesan solos por un verdadero infierno. Los que se lesionan o sufren algún malestar son dejados atrás por el resto del grupo que avanza sin detenerse por nadie. Es la ley de la selva, donde sobrevive el más fuerte.
Con los venezolanos, la realidad del Darién empezó a tener más visibilidad. Múltiples medios internacionales han viajado hasta Necoclí a realizar reportajes para mostrar parte de lo que viven los migrantes. Esa exposición también ha sacado a relucir un tema que ya ha sido abordado por las autoridades, pero que lo mantienen bajo perfil: una eventual ruta humanitaria para ayudar a garantizar la vida y seguridad de los caminantes.
Edwel Chirinos, viudo de Luz Steile, en conversación con enfrontera.com pide que haya una ruta marítima o aérea hacia Panamá. Sostiene que debe cerrarse el camino, militarizarse, y permitir que los migrantes puedan ir en las dos opciones con rutas definidas y escoltados para que salgan de Panamá, donde estarán en tránsito,
«Los migrantes gastan dinero en pagarle a las mafias para pasar por la selva, ese dinero lo pueden usar para pagar su boleto y así como ya trasladan a las personas en buses, que los esperen allá y los lleven. Lo importante es que la gente no se siga exponiendo por ese camino», señala.
Chirinos estima que mientras no se implemente esa solución, los gobiernos de los dos países estarían permitiendo que más personas mueran y se enfermen por el duro trayecto que deben pasar.
En el pasado ya el tema de una ruta humanitaria ha sido pospuesto por ambos gobiernos, que enfrentan una compleja decisión, pues eso podría generar una explosión migratoria mayor. No obstante, debido a que cada vez hay más casos de muertos y lesionados en la selva del Darién, en agosto está previsto un encuentro entre las autoridades de ambas naciones para debatir esa situación.