(Tapachula – México)
No han transcurrido cinco kilómetros desde que partió la novena caravana de migrantes desde el Parque Bicentenario de Tapachula, y el asfixiante calor, que ronda los 36 grados, junto al asfalto inclemente, ya empiezan a hacer de las suyas: Carolina es una de quienes resiente el cansancio y las ampollas en sus pies.
Forma parte de los venezolanos que buscan llegar a Estados Unidos. En hombros lleva a su pequeño hijo de 3 años de edad. Luego de más de veinte días caminando desde Ecuador llegó a la frontera sur de México, donde sólo permaneció tres días.
Carolina, originaria del estado Trujillo, al igual que cientos de migrantes que caminan hasta la frontera de Estados Unidos lleva lo indispensable en su pequeña maleta: un poco de comida, un par de botellas de agua, algo de ropa y una que otra fotografía que le recuerda no sólo sus orígenes, como ella misma señala, sino en las que encuentran la fuerza para seguir adelante.
#Migrantes venezolanos lideran nueva caravana que intenta llegar a #EEUU
— En Frontera (@EnFrontera_) June 24, 2022
Esta es la segunda caravana que ha salido de #Tapachula en junio. Unos 3.000 migrantes van camino a la frontera norte de #México 👉 https://t.co/UZl5L0BWZf #ZonaMigrante
✍️ Dubraska Romero#Chiapas pic.twitter.com/RhjII6ngW4
Los venezolanos representan la mayoría en esta nueva caravana ( más de la mitad) que calculan está cercana a las tres mil personas. La segunda en el mes de junio (la primera salió el pasado seis de junio). A diferencia de la anterior, esta no cuenta con activistas de Derechos Humanos que la lideren.
Hondureños, guatemaltecos, nicaragüenses, cubanos y haitianos forman parte de los caminantes.
Coinciden en que debieron apresurar su salida ante la falta de celeridad en el Instituto Nacional de Migración (INM) de México y son optimistas en que la primera oficina de migración que encontrarán en su camino, situada en la ciudad de Huixtla, aproximadamente a unos 40 kilómetros de Tapachula, encontrarán una respuesta para seguir su trayecto.
«No podemos seguir esperando, imagínate que nos dicen que citan en tres meses o más, lo que queremos es el permiso para caminar y estar libres en México para llegar a la frontera y pedir asilo”, indicó Jorge Valencia, de 42 años de edad, nacido en la Ciudad de Cabimas.
Los migrantes piden también que las autoridades les pongan a su disposición unidades de transporte que los lleven hasta el norte de México, específicamente a los estados de Coahuila y Nuevo León, para desde allí buscar cómo cruzar la frontera.
Muchos no tienen ni idea de los riesgos al tratar de cruzar el Río Bravo, no conocen a nadie en Estados Unidos, ni cuentan con recursos económicos, pero están esperanzados que llegarán a territorio estadounidense.
Negocio dentro del corredor humanitario
Cuando inician los rumores de que una nueva caravana se alista, los improvisados vendedores aparecen en su recorrido ofreciendo botellas de agua que ofrecen hasta en veinte pesos mexicanos (un dólar); los refrescos son un poco más costosos, pueden llegar a treinta pesos (1,5 dólares).
Más de un migrante desesperado llega a sucumbir, aunque la mayoría prefiere llegar a las tiendas establecidas en los pueblos que encuentran a su paso.
Otros que se aprovechan del cansancio de los caminantes son los propietarios de los triciclos motorizados, quienes por una “colaboración” que oscila entre los 20 y 60 pesos mexicanos (entre 1 y 3 dólares), dependiendo del trayecto a recorrer, transportan a los migrantes en algunos tramos de su caminata.
Una caravana que apenas comienza y que deja claro que la migración venezolana va en aumento y podría hacer que este año la cifra de personas que tratan de cruzar la frontera para llegar a Estados Unidos supere ampliamente los 2 millones registrados el año pasado.
Redacción: Dubraska Romero Z. / Edición: Carola Briceño
