Era el primer sábado de junio cuando emprendió su camino por segunda vez. Aunque su mamá le suplicó que no se marchara, Anyelo Montilla, de 26 años, decidió apostarlo todo y hacer los sacrificios que fuesen necesarios para alcanzar su sueño de conseguir un trabajo en el que ganara lo suficiente para mejorar sus condiciones de vida, atender su salud, ayudar a su familia y planificar un futuro.
Partió solo desde Bogotá, ciudad que le recibió hace unos cinco años tras huir de la crisis humanitaria compleja que afecta a Venezuela y que ha hecho que más de 6 millones de personas se vean obligadas a emigrar.
Fue muy reservado con sus planes, tanto que su familia solo sabía que iría a Estados Unidoos con un grupo, del que no conocían nada ni tenían contacto con nadie. Llevaba 1.500 dólares y unas pocas pertenencias que luego desaparecieron.
15 días antes de su iniciar su travesía, Anyelo había estado en cama con sus riñones afectados, pero no sabía ni creía que estos no resistirían el empinado, empantanado y húmedo camino de la selva del Darién.
Desde el primer día comenzó a resentir lo duro del trayecto, no obstante, se sobrepuso a los primeros signos de debilidad para seguir el camino tratando de mantener el mismo ritmo del grupo y hasta para ayudar a otros migrantes que viajaban con sus niños y con equipaje de estos.
Internado en la selva estuvo cuatro días. Caminó durante dos, los otros dos se detuvo en la vía.
De todo el grupo, sólo una persona se quedó a auxiliarle y llevarlo hasta un campamento, donde las autoridades le recibieron y le trasladaron en lancha, junto a cuatro niños con fiebre y un adulto con una pierna partida, al hospital Santo Tomás, de Panamá, según relató a enfrontera.com su hermana, Anyeli Montilla.
La misma persona que le ayudó, fue quien le avisó a la familia lo que pasaba. Su alerta no fue inmediata, llegó ocho días después de haberlo dejado en manos de las autoridades. Primero debió recorrer en Panamá varios campamentos, preguntarle a personal de organizaciones humanitarias y hacer múltiples llamadas. Después tuvo que entrar en internet para averiguar en redes sociales quiénes eran los familiares de Anyelo y tratar de contactarles por diversas vías.
Tras ese contacto con la madre de Anyelo, hubo días sin saber qué pasaba ni dónde estaba. La familia difundió mensajes en redes sociales pidiendo ayuda para localizarlo. Después, un trabajador humanitario les confirmó el desenlace y les recomendó buscar en el hospital Santo Tomás.
El 9 de junio, Anyelo se convirtió en el noveno migrante que este año fallece al pasar el trayecto del Darién, seis son venezolanos.
Tras múltiples trámites legales y varias visitas al hospital, la familia Montilla pudo reconocer el cuerpo la mañana del pasado miércoles 23 de junio.
Fuentes de patología en Panamá confirmaron a www.enfrontera.com que la familia Montilla decidió repatriar el cuerpo.
Anyelo recibirá sepultura en el pueblo de Monay, donde nació.
La ruta de la muerte
El camino para atravesar la selva del Darién ha sido calificado como uno de los más peligrosos para los migrantes. Humedad, serpientes y arañas venenosas, caudalosos ríos que pueden presentar inusitadas crecidas, trayectos empinados con pendientes que suelen ser mortales, camino empantanado, animales salvajes, grupos criminales vinculados al narcotráfico y delincuentes que violentan a mujeres, es parte de los peligros de la zona.
En 2021, al menos 134.000 personas pasaron por esa ruta, de las que 51 fallecieron, de acuerdo con las cifras de las autoridades panameñas.
La mayoría de los migrantes que fallecen en la ruta han sido arrastrados por las crecidas de los ríos, infartos o caídas. No obstante, existiría un subregistro, pues hay muertes en la selva que no se reportan ni registran oficialmente, debido a que las personas estaban sin compañía y sus cuerpos son arrastrados por las corrientes de los ríos o devorados por animales salvajes.
En los primeros cinco meses de este año, más de 34.000 migrantes han recorrido la llamada ruta de la muerte y al menos 9 han fallecido, de acuerdo con datos oficiales.
De los nueve decesos, seis han sido reportados como venezolanos:
- Marine Carolina Castellanos Suárez, una zuliana de 26 años que fue arrastrada por un río
- Andreína Chiquinquirá Acosta, también del estado Zulia y fallecida por un infarto
- Merimar Paola Gómez, de Caracas, también murió de un infarto
- Giovanni Prado, de Caracas, falleció de un infarto.
- William Monterola Albornoz, de Nueva Esparta, de igual forma murió de un infarto.
- Anyelo Montilla, de Trujillo, falla renal
