Una migrante venezolana y su hija de dos años fueron rescatadas el jueves por las autoridades estadounidenses, tras haber permanecido secuestradas por presuntos coyotes en la población de Eagle Pass, en la frontera entre Estados Unidos y México.
La mujer y la niña estarían en buenas condiciones, a pesar de que estuvieron varios días en manos de los captores, que estaban exigiéndole 50.000 dólares a la familia de la joven para liberarlas.
Tras la denuncia hecha por los familiares de la migrante, la policía realizó un operativo en el centro de Eagle Pass que les llevó hasta la casa donde era sometida y retenida contra su voluntad.
Al percatarse de la presencia de personas cerca de la vivienda, la mujer pidió auxilio desde la ventana de un baño, lo cual permitió que los oficiales confirmaran la versión del secuestro y procedieran a ejecutar el rescate.
Un nicaragüense, identificado como Héctor Manuel Rodríguez Torres, de 22 años y con antecedentes por tráfico de migrantes, fue detenido en el lugar. Las autoridades investigan quiénes más estarían involucrados en el delito.
Engañada en la frontera
La fémina llegó a la frontera entre México y Estados Unidos para cruzar de manera irregular por el Río Bravo, donde el coyote se ofreció para ayudarla.
Tras pasarla por la frontera, la habría trasladado al lugar donde la mantenía secuestrada.
El jefe de la policía de Eagle Pass, Federico Garza, no descartó que en la zona haya otros casos similares.
Cuatro secuestros en el último mes
Hasta ahora los casos de secuestro de migrantes venezolanos se habían presentado sólo del lado mexicano, específicamente en Ciudad Juárez, zona en la que los grupos criminales habrían comenzado a retener y a extorsionar a algunos extranjeros.
A finales de septiembre se conoció que Claudia Rivero y Carlos Ospina, junto a sus hijas de 10 y 12 años, estuvieron secuestrados por un grupo criminal que cobró 16.000 dólares por su liberación.
Un día después, www.enfrontera.com tuvo acceso a un video y una foto de dos migrantes venezolanos secuestrados en la frontera norte de México. Ambos de unos 35 años.
En el video al que este medio tuvo acceso, uno de los migrantes le rogaba a su familia que buscaran el dinero para pagar el rescate y siguieran las instrucciones de los captores. El hombre, que estaba de pie, con signos de nerviosismo y que parecía estar leyendo un mensaje, explicaba que estaba bien, pero que se apuraran en la búsqueda de lo que exigían los criminales. El video duraba sólo unos segundos y era la segunda fe de vida que la familia había recibido.
Del otro hombre, sus familiares solo habrían recibido una foto y una llamada telefónica, en la que lo habrían puesto a hablar para probarles que le tenían en su poder.
A ambas familias, que hasta ese día no tenían ningún tipo de relación, les exigieron 8.000 dólares y completo silencio para garantizar la integridad de los migrantes secuestrados.
Pese a que los familiares lograron obtener los contactos para acudir a las autoridades y denunciar los hechos, prefirieron seguir las instrucciones ante el temor de que algo más pudiese pasar. En una llamada, los secuestradores habrían insinuado que presuntamente tenían contacto con organismos de seguridad de la zona y aseguraron formar parte de uno de los carteles de drogas más sanguinarios de México.
Una semana antes, www.enfrontera.com también recibió informaciones de familiares de migrantes que habían sido trasladados en una camioneta ejecutiva por traficantes de personas y retenidos en la zona hasta que no pagaran lo que les estaban exigiendo. El monto no llegaba a 1.000 dólares por cada persona. Este medio no pudo verificar la versión con videos y otros elementos documentales. Pocos días después, los familiares confirmaron que ya la situación había sido solucionada y pidieron, por la seguridad de todos, esperar unas semanas antes de divulgar estos hechos.
En ese caso, los criminales, que según la versión de una de las familias tenían acento mexicano, no se identificaron con ningún cartel de drogas.
En la unidad, según la versión de la familia de varios de los migrantes, había unas 20 personas, la mayoría se conocía desde Venezuela y había varios niños.
Este medio solo tuvo contacto con una de las familias de ese grupo, que, al igual que en casi todos los casos de este tipo, pidieron no revelar sus identidades y esperar unas semanas que los migrantes estuvieran lo suficientemente lejos de la zona de riesgo para divulgar cualquier dato sobre el hecho.