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Familia cubana pide a Panamá recuperar cuerpo de migrante fallecida en la selva del Darién

El cuerpo de Juliet Acosta quedó a metros de la cima de la loma La Llorona

por Carola Briceño
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Juliet Acosta falleció el 18 de julio

Juliet Acosta Pérez emprendió un 21 de junio su camino desde Cuba con la esperanza de llegar en dos semanas a Nicaragua, quedarse allí unos meses con una familia amiga y luego continuar su travesía a Estados Unidos.

Para poder llegar a Colombia, tuvo que pasar por Suriname, donde conoció a otros cubanos que, como ella, estaban dispuestos a atravesar el infierno del Darién con tal de poder respirar libertad, conseguir protección y oportunidades para trabajar duro y con su propio esfuerzo salir adelante, derechos que le eran negados en su propia tierra, dominada por una dictadura comunista desde hace 62 años.

A pesar de su deseo de estar pronto en Centroamérica, apenas pudo llegar 17 de julio al puerto colombiano de Necoclí, en Antioquia, desde donde se embarcó para arribar al punto de entrada al llamado Tapón del Darién, la peligrosa selva virgen que sirve de frontera natural entre Colombia y Panamá, un territorio lleno de riesgos, en el que este año han dejado la vida al menos 18 migrantes.

Ese domingo 17 de julio le hizo una videollamada a su hija, Yadaris Carrazana, quien desde Cuba se mantenía atenta a la travesía. Ella vendió todo lo que pudo para que su mamá tuviera los recursos suficientes para, al menos, llegar a Nicaragua.

Durante unos 30 minutos se contaron todo lo que pudieron, en una conversación cercana, llena de afecto, complicidad y con mucha ilusión por el futuro. Esas fueron las últimas palabras.

Seis días después, a Yadaris la llamaron. Su mamá falleció el 18 de julio. En la selva no había forma de comunicarse, por eso tardaron tanto en dar la noticia.

Juliet se empezó a sentir mal cuando estaban empezando a subir la loma de La Llorona. Convulsionó y con un caramelo habría reaccionado. No podía quedarse en el lugar, hizo un esfuerzo sobrehumano para seguir subiendo y cuando ya estaba cerca de la cima de la loma, simplemente se derrumbó.

Quienes le auxiliaron, le dieron detalles a Yadaris del sitio donde la dejaron. Le pusieron unas hojas de palma para que estuviese tapada y cerca de un árbol con un detalle particular para que le localizaran fácilmente.

Otros migrantes que pasaron por la zona en esos días, grabaron el cuerpo de una mujer fallecida en el lugar donde le habían señalado a Yadaris que había quedado su mamá.

Desde ese día, ha sido un verdadero calvario para la familia y amigos de Juliet, quienes buscaron por diversas vías que alguna institución les respondiera para pedir que recuperen los restos de su mamá para darle sepultura en su tierra.

«Nosotros queremos despedirnos de ella. Darle la despedida que se merece, que esté en un lugar digno, donde mi hija y yo podamos ir», comenta Yadaris a EnFrontera.com.

Tras la publicada por este medio de una entrevista a un funcionario de la Defensoría del Pueblo de Panamá, explicando el mecanismo y las vías para realizar la solicitud de búsqueda de desaparecidos, la familia de Juliet logró tener una primera respuesta institucional y hacer el trámite. No obstante, el tiempo sigue pasando y el cuerpo de la migrante cubana sigue dentro de la selva.

«Estamos esperando, pero no nos dicen nada de mi mamá. Pedimos que vayan hasta allá, ya tienen la zona exacta, sólo hay que ir hasta allá. Vemos que rescatan unos y aún nada de mi mamá, eso nos tiene desesperados», señala.

A través de la selva del Darien este año han pasado más de 71.000 migrantes, la mayoría de ellos venezolanos, segudos por haitianos y cubanos.

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